Una estación, el comienzo
Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez
El último día del siglo XIX marcó la historia para la región sobre la que hoy impone su influencia el municipio de Cuauhtémoc. No sólo terminaba un mes, un año, un siglo; terminaba una época, un período de comunicaciones difíciles entre este punto geográfico y el resto del estado, del país y del mundo.
El 31 de diciembre de 1899, fue inaugurada la estación ferroviaria de San Antonio de Arenales, en un punto más que estratégico para el embarque y desembarque de variados productos comerciales. Una estación que, con el correr del siglo XX vio cómo a su alrededor se desplegaba un potencial económico arrollador.
Restaurantes, hoteles, centros de acopio de semilla, corrales para ganado, etc., comenzaron a latir en las inmediaciones de aquella pequeña estación donde individuos y familias arribaban para enfrentar el reto de hacer una mejor vida en este lugar. El origen de Cuauhtémoc, hoy la tercera ciudad en importancia en el estado.
Los productos mineros, ganaderos y agrícolas de la región tomaban el tren. Las distancias con los centros culturales y de poder se acortaban. Los avances tecnológicos en comunicación acercaban a San Antonio de Arenales a las vías del desarrollo no sólo económico, sino también social y político.
Originalmente la vías del tren pasarían por Cusihuiriáchic, según lo consigna Francisco R. Almada, al escribir que la compañía de Ferrocarril de Chihuahua al Pacífico (constituida en Nueva Jersey y con oficinas en la ciudad de Chihuahua) “en el segundo semestre de 1897 destacó dos brigadas de ingenieros, encabezadas por los ingenieros George H. Hartman y Juan F. Treviño, para que se hicieran cargo del reconocimiento del terreno y del levantamiento de planos entre Tabalaopa, Chihuahua, Cusihuiriachi y C. Guerrero”.
El quince de julio de 1899 se inauguró la sección del ferrocarril comprendida entre la capital del estado y el poblado de Santa Isabel, armándose para tal fin una comida de celebración para cientos de invitados en Rancho de Lugo, donde paró el convoy proveniente de Chihuahua. Refiero esto, que resulta interesante, porque efectivamente el trazo original de las ferrovías no era hacia el norte de Santa Isabel, donde se localiza Rancho de Lugo, sino que, de acuerdo a los planes primeros de la compañía, debía continuar el trazo hacia el oeste, rumbo a Carretas y, de ahí, a Cusihuriáchic.
De hecho, la abrupta curva que vuelve las vías de oriente a occidente hacia un trayecto de sur a norte en el poblado de Santa Isabel, parece decir que la decisión de cambiar el rumbo fue tomada sobre la construcción, a esa altura del tramo. Ya no hay que ir hacia Cusihuriáchic, hay que construir luego hacia la Laguna de Bustillos, y de allí a Guerrero.
En su libro “El Ferrocarril de Chihuahua al Pacífico”, el historiador Francisco R. Almada no expone ninguna justificación para el desvío del trazo contemplado originalmente en el proyecto del Ferrocarril de Chihuahua al Pacífico (Tabalaopa-Chihuahua-Cusihuiriáchic-Guerrero). Sin embargo, parece evidente que el desvío a partir de Santa Isabel se hizo para beneficiar a los terratenientes afincados en la Hacienda de Bustillos.
Lo trascendental de aquella decisión fue, sin duda, que terminó por dar origen a la estación del Racho de San Antonio de Arenales. De haber construido las vías del tren rumbo a Cusihuiriáchic, lo más probable es que Cuauhtémoc no existiría, al menos no como existe hoy.
En octubre de 1899, tres meses después de inaugurado el tramo Chihuahua-Santa Isabel, se inauguraba la estación de San Andrés. Tuercen la vía de nuevo hacia el oeste. En diciembre se inaugura la estación de San Antonio de Arenales y en febrero la de Pedernales. Así se marca, desde ese momento el porvenir de la región, cuyo crecimiento encabeza el otrora San Antonio de Arenales.
Imposible es negar la importancia histórica de Cusi, pero creo, contra una corriente tradicional que asigna a Cusihuriaichi la paternidad de Cuauhtémoc, que Cuauhtémoc debe más su nacimiento a la Hacienda de Bustillos, con su producción agrícola y ganadera.
La Estación de San Antonio de Arenales, apenas con veinte decenas de habitantes para 1910, se convirtió prácticamente en el nudo comercial de la región, gracias al medio, al tren, esto es, a una inversión extranjera, a una herencia del porfiriato.
Por cierto, una cosa destacable: no se tienen registrados enfrentamientos o asaltos al tren en la Estación de San Antonio durante la Revolución, cosa que, para muchos, sólo apunta hacia la buena relación entre los líderes de las huestes rebeldes y los hacendados de Bustillos (recordemos la simpatía entre Villa y Zuloaga).
Cuauhtémoc, más que de las minas, nació de los intereses del comercio agropecuario, el paradigma de desarrollo económico estadounidense sustentado en un ambicioso plan de exportaciones a finales del siglo XIX, justo cuando la producción de plata en México mostraba una seria crisis y la producción agrícola cobraba auge acompasada por el estruendo de la máquina.
Bibliografía:
Almada , Francisco R. “El Ferrocarril de Chihuahua al Pacífico”. México, 1971.
Rodríguez, Jaime. “La crisis de México en el siglo XIX”. Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México. http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc10/10124.html
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