Fong-Go



Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

El eco de los tiempos se escucha en el otrora San Antonio de Arenales. Con más de una centuria de edad, los nombres de los fundadores resuenan en cada esquina de las amplias calles de Cuauhtémoc.
Ciudad Cuauhtémoc, que nace gracias a los ferrocarriles; población que crece al compás del siglo veinte y se consolida con la llegada del nuevo milenio. ,El origen: una estación de tren, junto a la cual brotó la vida social, ésta convivencia que parece apenas comenzar con el vigor propio de una ciudad tan joven.
Y hace cien años, allí, próximo a la estación del tren, servía a pasajeros y tripulantes del mismo, un restaurante de una familia de chinos. Un restaurante ubicado en una estación de un rancho cuya población no alcanzaba los doscientos habitantes, un humilde pero significativo destello de lo que preparaba el porvenir para este punto geográfico.
El dueño de aquel restaurante: Fong-Go, quien llega desde Cantón a la estación de San Antonio de Arenales acompañado de su esposa Natalia Juy.
El Doctor Felipe Valero Martínez se entrevistó en 1991 con una de las hijas del matrimonio Fong, y nos ha dejado en su libro “Ciudad Cuauhtémoc, su historia”, una referencia sobre Fong-Go y su esposa, realizada verbalmente por la entrevistada, María Fong:
“Delgado, de estatura más que regular, como de 1 metro con 72 centímetros, tranquilo de luengas barbas, bigote largo, caído hasta el pecho, de pelo blanco como la nieve que le daba el aspecto de todo un patriarca, que de hecho lo fue. Gustaba de sentarse en una mecedora a fumar pipa, mirando y pensando largamente, serio, sin perder jamás la compostura, cosa común en los orientales, quienes son dados a disfrutar de períodos contemplativos. Jamás dio de golpes a ninguno de sus hijos. Hablaba en el idioma cantones y su callada esposa el dialecto de Shangai, de donde era originaria, cosa que se prestaba situaciones un tanto cómicas, porque ambos lenguajes diferían de medio a medio sin lograr entenderse. Fue un matrimonio pactado de antemano, costumbre muy común en la milenaria China, en donde, desde niños, el matrimonio quedaba obligado. Éste llegó a su realización cuando él tenía 45 años y ella 17. De ella se decía que era descendiente de la nobleza imperial. El tiempo a acallado esta versión, que es muy posible que fuera cierta, ya que algunos nobles con una sólida capacidad económica podían darse el gusto de viajar tan lejos, cuánto más para salvar la vida cuando caían en desgracia ante la política y sus cambios.” (“Ciudad Cuauhtémoc, su historia”. Felipe Valero Martínez. Ediciones Doble Hélice. 2006)
Valero Martínez se refiere a Fong-Go como “fundador de esta ciudad”, y aunque es difícil obtener un consenso respecto al o a los fundadores de lo que hoy es Cuauhtémoc, no podemos poner en duda la trascendencia que tuvo para la vida económica local el establecimiento del restaurante de la familia Fong, a comienzos del siglo pasado.
Podemos asegurar que los primeros asentamientos en torno a la estación del tren fueron emprendidos por personas visionarias, hombres y mujeres que se nutrieron de fe y caminaron hacia el futuro con la certeza de estar inaugurando algo muy importante.

Cuando nos llevaba (y nos traía) el tren




Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

El año: 1934. Abelardo L. Rodríguez era el presidente de México. El gobernador de Chihuahua era Rodrigo M. Quevedo. Y el presidente municipal de Cuauhtémoc era Gonzalo Mendoza Parada.
La década de los treintas fue un período de crecimiento urbano muy importante para Villa Cuauhtémoc. Los habitantes del poblado comienzan a protagonizar un desarrollo urbano hacia el sur de la estación del tren, el cual es el principal medio de comunicación y transporte.
En los archivos de municipio de Cuauhtémoc se obtienen datos como los que a continuación se exhiben y que nos dan una idea del momento que les tocó vivir a aquellos pioneros de nuestra ciudad y nuestro municipio.
El alcalde cuauhtemense trabajaba en 1934 por dar a la plaza principal (cuyo nombre era “Plaza Ignacio Zaragoza Valdés") una mejor vista con banquetas y árboles. Villa Cuauhtémoc se estaba poblando aceleradamente. El tren fue el principal detonante de este crecimiento.
Según el “Cuadro de información social que rinde el C. Presidente de Cuauhtémoc, correspondiente al mes de octubre de 1934”, se dan a conocer los lugares del municipio por los que pasa el ferrocarril, así como el precio del pasaje en relación con la capital del estado y la cabecera municipal.
De Bustillos a Chihuahua, el pasaje era de tres pesos, y de Bustillos a Cuauhtémoc era de ochenta y cinco centavos.
Luego, de Anáhuac a la capital del estado se cobraban cuatro pesos con quince centavos, mientras que de Anáhuac a Cuauhtémoc se pagaba una tarifa de sesenta y cinco centavos.
Quienes viajaban desde Chihuahua a Villa Cuauhtémoc y viceversa, pagaban cuatro pesos con ochenta centavos.
El viaje en tren de Villa Cuauhtémoc a Casa Colorada costaba cincuenta y cinco centavos, y desde Chihuahua a Casa Colorada cinco pesos con treinta centavos.
El mismo documento del archivo municipal continúa informando sobre el transporte de la cabecera hacia los poblados más cercanos. Señala que hay camiones y que el costo de dicho transporte es el siguiente: a Colonia Obregón, tres pesos; a Anáhuac, dos pesos y a Casa Colorada, dos pesos.
Si contrastamos el costo de transporte en tren y el costo en camión en viajes de Cuauhtémoc a Anáhuac o de Cuauhtémoc a Casa Colorada, podemos observar lo económico que resultaba viajar sobre rieles en esos tiempos. Pero además de económico, era más cómodo, ya que las caminos de terracería que comunicaban con Cuauhtémoc, según el mismo reporte del gobierno municipal, se encontraban en condiciones “regulares”.
El tren, un medio de transporte generador de pueblos, y entre estos, Cuauhtémoc. El tren, un medio que, así como trajo a unos, a otros se llevó.

Ciudad Cuauhtémoc, desde 1948


Por: Marcelino Martínez Sánchez


El formidable movimiento agrícola, ganadero y comercial que distinguía a Villa Cuauhtémoc hacia 1947, desató el ánimo contagiante en la administración municipal de Emilio Miramontes Ordóñez.
El alcalde, el Ayuntamiento y representaciones económicas y sociales, solicitaron al Congreso del Estado, el reconocimiento para Cuauhtémoc como ciudad, lo cual se obtuvo el 20 de enero de 1948, cuando el gobernador del estado, Fernando Foglio Miramontes (oriundo de Temósachic) hizo público el acuerdo de elevar de categoría a esta población.
Así, lo que para 1833 apareciera como uno de los ranchos de la jurisdicción de Cusihuiráchic con el nombre de San Antonio, que con el paso del ferrocarril por los dominios del latifundio Zuloaga y el establecimiento de una estación de tren, cobró importancia, convirtiéndose inmediatamente en lugar de embarque de los productos agrícolas y ganaderos de la región, así como los ricos minerales procedentes de Cusihuiráchic y otros centros mineros de la sierra.
Trabajo y necesidades de venta de productos, alimentos y hospedaje, motivaron que en las cercanías de la estación ferroviaria surgieran viviendas como la de los chinos Fong, antecesores de los conocidos comerciantes que aún radican en esta localidad.
La aparente anarquía de las primeras construcciones se convirtió en orden definido cuando por urgencia de reubicación de los rancheros, aparceros o medieros de El Moyote, Ojo Caliente, Arroyo de Dolores y Napavéchic recibieron las primeras 16 manzanas trazadas por la familia Zuloaga, arrancando con ello la urbanización de este centro poblacional.
La cronología del desarrollo de lo que hoy es ciudad Cuauhtémoc, es la siguiente: 1833, Rancho San Antonio; 1847, Arenales; 1920 Pueblo de San Antonio de Arenales; 1929, Villa Cuauhtémoc; 1948, Ciudad Cuauhtémoc.
Don Walter Shmiedehaus, intérprete de los menonitas, fundador de la primera botica (la “San Antonio”), autor de una Historia de los menonitas (fuente indispensable para conocer a esos colonos), narró que lo de “Arenales” no tiene que ver con los ventarrones típicos de esta zona, sino con el apellido de los antiguos dueños de esta comarca hacia el año 1850.
Hoy Cuauhtémoc, cabecera del municipio del mismo nombre, es una de las cien ciudades más importantes del país, con más de cien colonias y fraccionamientos; de amplias vialidades, con agradable olor a manzana –como lo dice José Luis Domínguez-; con más de ciento veinte mil habitantes (incluyendo a los flotantes); fanáticos del béisbol; con buena cantidad y calidad de intelectuales, deportistas, músicos, escritores, trabajadores de la fruticultura; con escuelas de todos los niveles y con gran prestigio como el CBTa 90 y el CBTis 117; hay hospitales públicos y privados; contamos con dependencias públicas federales y estatles; hay personajes que destacan en la sociedad, así como personajes típicos del folklore citadino.
Cuauhtémoc, que nacionalmente es la tierra del queso y la manzana, para Chihuahua es la ciudad de las Tres Culturas, y para los que aquí vivimos es nuestra casa a la que queremos y presumimos.
Bibliografía:
Norte Precario. Luis Aboites Aguilar
Los menonitas. Walter Schmiedihaus.

¿Por qué "Cuauhtémoc"?






Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

¿Por qué “Cuauhtémoc” y no “San Antonio”? Porque el primero es un nombre sonoro, rebelde y viril, mientras que el segundo es anticuado y vulgarizado. Son supuestas razones dadas por los vecinos que pidieron el cambio.
San Antonio de Arenales fue el nombre con que se le dio al poblado que emergía, a principios del siglo veinte, alrededor de la estación del tren inaugurada el primer día del año 1900. Y es que así se llamaba el rancho cercano a la estación.
Desde la Colonia, los centros poblacionales se nombraban con un santo católico. El rancho habitado por gente con apellido “Arenales” fue llamado San Antonio, y no fue originalmente el centro urbano que hoy es ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, aunque debido al crecimiento, el predio original del rancho San Antonio ya quedó en la mancha urbana, al oeste de la estación del tren, cerca del arroyo.
San Antonio de Arenales dejó de ser el nombre de esta población, para ser llamada desde 1927 “Cuauhtémoc”. ¿Porqué? La causa es político-ideológica, y el efecto se concreta con acciones de líderes anticlericales, propulsores de una liberalismo nacionalista.
Ha corrido la versión, basada en información de Walter Schmiedehaus publicada en el boletín 38 de la Sociedad de Estudios Históricos, de que fue el “maestro” José Chávez, emblemático político liberal en el San Antonio de los años veintes y que fue presidente seccional, quien durante una gira de trabajo de Plutarco Elías Calles en estos lugares (17 de noviembre de 1925) le pidió a éste cambiar el nombre del poblado.
Es probable que la solicitud de Chávez la haya recibido el presidente de México, como probable es también que éste haya sugerido que la petición se enviara formalmente al congreso del estado. La solicitud al congreso se fechó el 22 de septiembre de 1926, y en ella se lee: “Al mismo tiempo que se decrete la elevación de categoría, queremos que le sea cambiado el nombre que hasta hoy ha llevado este pueblo, por el patriótico, y por mil razones oportuno “CUAUHTEMOC”.
Continúa el escrito: “El nombre que lleva actualmente, no está en lo absoluto de acuerdo con el espíritu que en el momento presente, anima a los liberales, entre los que nosotros militamos ardientemente, queremos perpetuar en nuestro pueblo la memoria de uno de los más grandes hombres de nuestra Patria, y que se haya distinguido, como nuestro héroe indiano, por sus dignísimas y merecidas virtudes patrióticas, con la intención de que al heredar a nuestros hijos estas tierras que con tantos esfuerzos y sacrificios hemos obtenido, el solo nombre del pueblo les recuerde, que el espíritu y ejemplo de aquel héroe, nos animó para conservar efectivamente esta tierra que con su noble sacrificio nos enseñara a defender.”
Indica el texto que “existen (...) veintidós lugares poblados que llevan el nombre de San Antonio” y que ello origina “transtornos”, y añade reiterativamente al final: “pedimos a Uds., muy atenta y respetuosamente, que al considerar y decretar la elevación de categoría; sea al mismo tiempo decretado el cambio del anticuado y vulgarizado nombre de San Antonio, cambiándolo por el sonoro, rebelde y viril nombre de “CUAUHTEMOC””.
El congreso local resuelve favorablemente y el cambio de nombre ocurre simultáneamente con la municipalización, mediante el decreto del 12 de julio de 1927.

Bibliografía:
CIUDAD CUAUHTÉMOC, CHIHUAHUA. CRÓNICA DE SU FUNDACIÓN. Pedro Castro Martínez, CONACULTA FONCA. México. 2000.
PUERTA A LA SIERRA. RECUENTO HISTÓRICO DE CUAUHTÉMOC. Victoriano Díaz Guriérrez. Aster Ediciones. Cuauhtémoc, Chihuahua. 2002.