La Hacienda de Bustillos

La Hacienda de Bustillos



Chihuahua es un estado con riqueza histórica. Tal vez esto suena trillado y trivial, pero es una verdad que permite a los chihuahuenses mirar con garbo hacia el porvenir. Es decir, nuestro pasado es cimiento que da firmeza a una actualidad sobre la cual construimos afanosamente el futuro.
Acá, en el norte de México, la Historia Nacional encuentra escenarios donde la valentía y el fervor patrio sembraron los campos con la semilla de la libertad y el ascenso democrático.
Aquí, en este punto de la geografía Chihuahuense, los protagonistas del movimiento revolucionario de 1910, encontraron la inspiración, el aliento y el valor para iniciar, mantener y terminar un proyecto más que de rebeldía de reivindicación; reivindicación de los valores y los derechos fundamentales de todo ser humano.
Estos bellos y generosos parajes chihuahuenses se convirtieron en el marco perfecto para la planeación, la decisión y la acción necesarias para satisfacer en lo posible los anhelos de respeto, libertad y crecimiento propios de una sociedad lastimada, pero consciente y valerosa.
Chihuahua es un estado con riqueza histórica. Pero esto no debe sonar tan abstracto. La historia la firman los hombres, con sus angustias, sus pugnas, sus logros, sus fracasos y sus lecciones de vida. En Chihuahua -en especial aquí, en la Hacienda de Bustillos- la historia se concretiza en las aspiraciones de aquellos que sin tregua pelearon por sus ideales, entregando alma y vida en el intento.
En la Hacienda de Bustillos, al pie del picacho, en la cercanía con la majestuosa laguna del mismo nombre, aquellos hombres de la historia se dieron cita; para abrazarse y compartir el entusiasmo, para estrecharse la mano y darse ánimos, para mejorar un país que hoy les debe tanto.
Los nombres son muchos, tan sonoros como las carabinas y los máuser; Madero, Villa, Orozco, González…; nombres que se pronuncian con honores, nombres que terminan por acompañarnos por siempre. Son los nombres que se escriben en las páginas más valiosas de las nobles hazañas.
Desde este lugar, donde hace cien años naciera un “¡ya basta!”, donde se generó el gesto de inconformidad y se alentó la lucha por suprimirla, nos encontramos evocando a los protagonistas y sus acciones. Sin estos, el rumbo del país hubiera sido otro.
Sirva la fiesta de hoy como un tributo a quienes lucharon con coraje y fe por nosotros, sus descendientes. Sirva la fiesta de hoy para recordarnos que México no es un ente abstracto, sino la vida de sus habitantes, con sus esfuerzos, con sus logros.
Desde este punto del estado más grande del país, es conveniente recordar que somos capaces de dejar algo valioso para el porvenir. Desde la Hacienda de Bustillos, entre el olor a campo y siembra, pensemos en la cosecha que les tocará levantar a nuestros hijos, tal como aquellos hombres lo pensaron hace cien años.

La Hacienda de Bustillos y la Revolución Mexicana


Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez


Ocurre que las cosas más valiosas nos quedan tan cerca, que perdemos el enfoque de ellas. Caso es el de la Hacienda de Bustillos, en el municipio de Cuauhtémoc, precisamente en la sección municipal de Anáhuac.
Aunque en realidad no hubo baile en la Hacienda de Bustillos cuando Pancho Villa contrajo matrimonio con Luz Corral, el hecho de que actualmente el Consejo Regional de “Tres Siglos Tres Fiestas” organice, en conjunto con autoridades locales, un baile en dicho lugar el día treinta de mayo, nos abre el camino para recuperar la importancia de dicha hacienda.
La Hacienda de Bustillos fue un bastión revolucionario, antes, durante y después del levantamiento armado en noviembre de 1910. Hemos de señalar que a los cuauhtemenses nos ha faltado resaltar enérgicamente el valor de dicho lugar en el marco de la Revolcuión.
No es exagerado el presentar una exigencia a historiadores locales y foráneos: que se reconozca y se divulgue amplia y constantemente (más ahora, que se acerca el centenario del acontecimiento histórico) la importancia de la Hacienda de Bustillos, la cual aparece en reseñas historiográficas y en anecdotarios de ilustres personajes, pero sin recibir el tratamiento que realmente merece.
Ahí, en dicha hacienda, las reuniones de Francisco I. Madero con algunos líderes simpatizantes del movimiento anti-porfirista (Abraham González y Pascual Orozco, por ejemplo), fueron determinantes para el destino del movimiento.
En Bustillos se concentraron las huestes de Francisco Villa, quien se reunió con Madero para discutir respecto al camino de la empresa revolucionaria. En el comedor de la casa grande se registró el encuentro entre jefes revolucionarios que originó la toma de ciudad Juárez y, con ello, la caída de Porfirio Díaz en mayo de 1911.
En Bustillos fueron licenciados los integrantes del ejército villista, aunque unos tantos continuaron con el Centauro en su camino, en su lucha, en su misión. La Hacienda de Bustillos fue centro de importantes decisiones en diciembre de 1915.
Por esto y por otros tantos detalles que a veces se le escapan a la historiografía conocida, vale la pena recuperar el valor de este punto geográfico, que se encuentra dentro del territorio del municipio de Cuauhtémoc.
Estamos esperando y motivando la celebración del centenario de la Revolución Mexicana, y los cuauhtemenses tenemos la oportunidad de organizar un evento de magnitud tal, que alcance la dignidad de los hechos que en el escenario mencionado ocurrieron para marcar nuestra historia nacional.
La Hacienda de Bustillos fue locación para las más audaces decisiones en la lucha contra l a dictadura, en la lucha por la reivindicación de los valores civiles de todos los mexicanos. ¿Acaso no es esto suficiente para que en dicho lugar se hagan celebraciones grandes para no olvidar la grandeza de nuestro pasado?
La Sociedad de Estudios Históricos de Cuauhtémoc “Victoriano Díaz” A.C., está contribuyendo en lo posible con la recuperación de la conciencia histórica entre nuestra comunidad. Por ello, nos sentimos comprometidos en el intento de resaltar eventos, lugares y personas que desde el pasado nos reclaman un poco de atención sobre ellos.

Sección Municipal “Lázaro Cárdenas” (Segunda parte)

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

La disputa no podía ser caprichosa, ya que la municipalidad de Namiquipa demostraba históricamente sus atenciones hacia las comunidades rurales que defendía, pero además la verificación oficial de los límites con Cuauhtémoc terminaría por darle la razón.
En las poblaciones mencionadas, la opinión de los habitantes se dividía: unos querían pertenecer al municipio de Namiquipa y otros al de Cuauhtémo, y a otros tantos pues simplemente les daba igual estar allá o acá. Quienes preferían formar parte de Cuauhtémoc, fincaban tal inclinación en el supuesto de que con la elevación a sección municipal de Lázaro Cárdenas el beneficio iba a ser mayor.
Finalmente, después de la disputa por los límites entre los municipios de Cuauhtémoc y Namiquipa, el ejido Benito Juárez quedó en éste último, aunque se han registrado inquietudes por parte de algunos habitantes de formar parte de Cuauhtémoc. Todavía hay quien manifiesta que son parte de Cuauhtémoc, sin mayor fundamento, por supuesto.
Se recuerda que uno de los movimientos más intensos para intentar que el ejido Benito Juárez fuera considerado como una comunidad rural del municipio de Cuauhtémoc correspondiente a la Sección de Lázaro Cárdenas, se registró durante la administración municipal de César Chavira Enríquez. Durante dicha administración municipal cuauhtemense, los funcionarios municipales del área rural veían con buenos ojos la posibilidad señalada. Pero era evidente que este movimiento era nutrido por deseos propios de algunos ejidatarios que veían más provechoso el ser parte de éste municipio.
Así que, al final de cuentas y aclaradas las fronteras entre municipios, la Sección Municipal de Lázaro Cárdenas quedó integrada por los siguientes poblados:Rancho El Potrillo, Rancho Las Varas (conocido también como “Picasares”, apellido de un propietario de origen español que llevaba por nombre Amador), ejido Unión Campesina (enclavado en los terrenos de Picasares) y El Nogal.
En la Sección de Lázaro Cárdenas se respira un ambiente de tranquilidad y armonía. En su cabecera, las calles amplias y perfectamente trazadas lucen una ejemplar limpieza, mientras que en el centro de la misma nos espera una bella plaza donde podemos descansar y convivir con la familia.
Junto a la plaza, en su lado norte, se encuentra el edificio de la Presidencia Seccional, construido en 1977, cuando era Gobernador del Estado Manuel Bernardo Aguirre y presidía el Municipio de Cuauhtémoc Manuel Martínez Jurado, mientras que la nueva sección municipal contaba con su primer presidente: el señor Mauro García.
Al otro costado de la plaza, hacia el sur, una iglesia de arquitectura sobria pero elegante recibe a la feligresía que llega hasta ella levantando con sus pisadas el polvo de las calles por las que circulan unos cuantos vehículos de motor. Los caballos siguen siendo un medio de transporte valioso.
La carretera que nos lleva hasta dicho lugar (pavimentada durante el gobierno estatal de Francisco Barrio Terrazas) parte desde el campo 101, entroncando con la carretera Rubio-Bachíniva. Hacia el norte, aproximadamente a cuarenta kilómetros nos espera el Ejido Lázaro Cárdenas, con su atractivo campirano, animado por gente productiva y amistosa.

Sección Municipal “Lázaro Cárdenas”(primera parte)

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

Anáhuac, Álvaro Obregón y Lázaro Cárdenas son las tres secciones del municipio de Cuauhtémoc. La última en mención es la más joven, nacida de un proyecto que apostaba al desarrollo económico del norte del municipio, basado en el sector agropecuario.
A diferencia de Ánahuac y Álvaro Obregón -cuyas cabeceras son núcleos poblacionales catalogados como “colonias agrícolas” nacidas de una inquietud de agraristas de la revolución-, la cabecera de Lázaro Cárdenas es un asentamiento de campesinos que adquirieron las tierras conformando un ejido.
Ánahuac y Álvaro Obregón son frutos inmediatos del movimiento armado de 1910, mientras que Lázaro Cárdenas tuvo que esperar a que la institucionalización agrarista operara mediante programas de desarrollo afinados treinta o cuarenta años después.
Aunque el ejido Lázaro Cárdenas quedó debidamente constituido a finales de 1967 y el asentamiento poblacional comenzó a principios de 1968, la sección municipal nació hasta 1975. La intención, sin duda, consistía en activar la vida social, política y económica en el rincón más alejado de la cabecera municipal, a más de ochenta kilómetros al norte de ésta.
Entre los años sesentas y los setentas, el campo mexicano recibió un apoyo grande por parte del gobierno federal, a través -claro-, de la intervención de los gobiernos de cada estado de la federación. El nacimiento del ejido Lázaro Cárdenas y apenas ocho años después la creación de la sección municipal de la cual es cabecera, son acciones que hablan de ese interés por el desarrollo agrario en zonas que era necesario poblar y apoyar para lograr su autosustentabilidad.
El Municipio de Cuauhtémoc vio necesario gestionar el apoyo para la creación de una sección municipal hacia el norte, más allá de Rubio, más allá de la Quemada, en los límites con Namiquipa. Así que, detetminados a contar con una tercera sección, los cuauhtemenses emprendieron el camino.
La tarea estaba hecha, y los resultados se dieron favorablemente. La decisión de los diputados fue celebrada por la alcaldía cuauhtemense. El semanario “La Voz de Cuauhtémoc” publicó en su primera plana del Domingo 21 de diciembre de 1975 una nota que anunciaba la creación de la nueva sección municipal. A continuación transcribo textualmente la información publicada.
“Fue aprobada por el Congreso del Estado la solicitud que hiciera el Ayuntamiento de Cuauhtémoc para que fuera elevada a cabecera de Sección Municipal la comunidad de Lázaro Cárdenas de esta municipalidad y a la que pertenecen los siguientes poblados: Rancho Ganadero El Nogal, El Potrillo, Granja de Villela, Hacienda de Tepehuanes, Ejido Benito Juárez que es el centro de población más importante de esta sección.”
Por supuesto que después de la aprobación de la Legislatura Estatal se presentaron las inconformidades por parte de las autoridades namiquipenses, ya que reclamaban para dicha municipalidad algunas de las comunidades que se mencionaban como parte de la nueva sección del Municipio de Cuauhtémoc
Parecía obvio: para una nueva sección municipal se imponía el requisito de la población. Así que habría que justificar la acción con habitantes. Pero resultó que esos habitantes no lo eran de Cuauhtémoc, sino de Namiquipa.

Cuauhtémoc; visión revolucionaria.




En los albores del siglo pasado, los fundadores de lo que hoy es Cuauhtémoc, se asentaron en este punto de la geografía chihuahuense con una visión Después de poco más de un siglo, esta ciudad muestra un crecimiento urbano importante y, por supuesto, un progreso comunitario indiscutible.
Rodolfo Ornelas Chávez -descendiente de Belisario Chávez-, cuyos apuntes nutren hoy esta exposición, ha escrito: “Por el documento inicial para llegar a crear el municipio, se advierte que los fundadores se propusieron emprender la revolución socioeconómica por la cual se había tenido que luchar violentamente un decenio antes”.
Nadie ha negado la afirmación de que Cuauhtémoc es un fruto revolucionario, un producto directo de los empeños de aquellos hombres que de manera honorable lucharon por reivindicar sus derechos fundamentales frente al regimen de Porfirio Díaz. Aquí el germen de la visión que nos deja en lo que somos, aquí y ahora.
Continúa Ornelas Chávez: “La Revolución creó un proyecto revolucionario en las mentes de sus protagonistas y de algunas generaciones posteriores, que de ninguna manera tenía por que triunfar inevitablemente, pero contaba con el ingrediente fundamental de comprender todos los componentes tanto del origen de la guerra revolucionaria como de las únicas desembocaduras posibles del movimiento”.
Así que los revolucionarios, con el agravio del régimen, anhelaban otras condiciones para su descendencia, otro modo de ser, de estar, de convivir. Sentían en lo más profundo el pasado ignominioso y preveían un futuro donde las cosas serían mejores.
Era necesario derrumbar el sistema de explotación que enardecía a los revolucionarios. Había que terminar con el soporte de la explotación agraria . Cuauhtémoc nació, precisamente de la crisis de la Hacienda de Bustillos en particular, y de la crisis del sistema porfirista en general. El movimiento revolucionario veía, así, sus efectos.
Los fundadores inician su tarea: la construcción de esta comunidad, confiando en sus propias fuerzas para señalar con trabajo la ruta del crecimiento y el progreso que hoy disfrutamos.
En palabras de Rodolfo Ornelas: “Gracias a que se puso en marcha ese proyecto, la población no revolucionaria subsiguiente pudo contar con la combinación de trabajo libre y demanda propia, inexistente antes de la guerra revolucionaria, y lograr así los ingresos que siempre procura, pero con un orden social sin el despojo en contra de la clase trabajadora que hubo anteriormente. Este es el escenario planteado por la fundación de Cuauhtémoc”.
Cuauhtémoc es actualmente, sin duda, una cosecha planeada, pensada, querida y buscada por sus fundadores. Quienes aquí nos encontramos le debemos al sentimiento revolucionario mucho más de lo que le hemos reconocido. Que no se nos olvide.
Fuente documental:
“El significado histórico de la fundación de Cuauhtémoc. En memoria de Belisario Chávez Ochoa.” Rodolfo Ornelas Chávez. Cuauhtémoc, Chih., julio de 2007. Archivo de la Sociedad de Estudios Históricos de Cuauhtémoc “Victoriano Díaz” A.C.