Primeros Propietarios


Por: Felipe Valero Martínez

Antes de adentrarnos en la larga madeja de la historia, es justo recalcar que estas tierras que ahora nos cobijan pertenecieron solamente a una identidad etnológica: los tarahumaras. Ellos fueron los primeros en aposentarse en estos lugares; por lo tanto, fueron los amos y señores por largos siglos, nadie más; hasta la llegada de los elementos básicos de la conquista, primero la cruz, después la espada, el arcabuz, la lombarda… y el látigo.
No había límites en cuanto a la pertenencia de la tierra; eran muy anchos y dilatados, por tanto, oscuros, ignorados. Nunca hubo una demarcación precisa en la cual se iniciaran o se terminaran los señoríos o reinos de las distintas tribus que pululaban por estos lugares. Las annuas y crónicas de los misioneros jesuitas o franciscanos básicamente nos hablan de que las distintas tribus guerreaban entre sí y que algunas de tipo nómada se establecían por corto tiempo en estos lugares.
Mencionan con alguna frecuencia a los tobosos, ocasionalmente a los indios chínipas, a la tribu de los papigóchic o a los warojíos; pero en general, todos tenían un tronco común en el origen del lenguaje. Eran ramas de un mismo origen, pero reafirmamos que los genuinos dueños de estas tierras eran los tarahumaras.
Antes del año de 1675, a estas tierras se les llamó realengas por su supuesta pertenencia al rey de España, por derecho de conquista y quien también, supuestamente, gobernaba en toda la Nueva España. Su representante era el virrey quien vivía en la capital del virreinato: Ciudad de México.
Los primeros datos acerca de la propiedad de esta región se refieren a un capitán llamado Antonio de o del Castillo; de ahí se derivó el primer nombre de la Laguna del Castillo, misma que será conocida después con el nombre de Laguna de Bustillos. Ahora bien, desde el punto de vista misional, o sea, de influencia religiosa, esta pertenecía a la cabecera misional de la Alta Tarahumara, misma que incluía, entre otras, a las siguientes poblaciones: Carichic, Sisoguíchic, Coyáchic, Nonoava, Norogáchic, Teméchic y Papigóchic. Lógico es que incluyera a los habitantes de esta región.
Hemos encontrado una interesante anotación del maestro Francisco R. Almada, en la que menciona a don Antonio del Castillo como dueño de la hacienda de San Bernabé de la Laguna del Castillo, a la que sitúan en lo que hoy es el municipio de Riva Palacio.
Después, en algunos libros se menciona como propietario de las tierras cercanas a dicha laguna, a un don José de Sáenz. Es muy posible que se trate del mismo personaje que le dio su nombre a un pueblito cercano del municipio de Guerrero llamado precisamente así, Sáenz.
*Del capítulo VIII del libro “Ciudad Cuauhtémoc, su historia”. Segunda edición. 2006.

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