Semana Santa Tarahumara




Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

Alguna vez hemos escuchado a alguien criticar el modo en que los indígenas tarahumaras celebran la Semana Santa, diciendo de ellos que no pueden ser verdaderamente cristianos católicos al convertir la muerte de Jesucristo en motivo de fiesta.
Muchas celebraciones religiosas entre los rarámuris son la suma sincrética de elementos indígenas con tradiciones cristianas traídas por los españoles. Pero la aceptación la Semana Santa por parte de los indígenas debió mucho a la temporada del año, al calendario que rige las actividades de producción agrícola.
El ciclo agrícola es un elemento determinante en la realización de las festividades en la cultura tarahumara. Se dice que hay fiestas tanto para pedir lluvia como para agradecer las cosechas. Por tanto, la implantación de una celebración religiosa justo al comienzo de las siembras no pudo ser tan difícil.
Los gustos estéticos de los indígenas y las preferencias por las pautas de solemnidad propias de la celebración de Semana Santa, hicieron que se estableciera esta fiesta talvez desplazando otras festividades prehispánicas que se realizaban con motivo del inicio de siembras.
Sin duda que la celebración de Semana Santa entre los rarámuris es un gesto sincrético de su cultura a este momento de su historia. Un tanto de sus originales rasgos más otro tanto de los rasgos de los misioneros que los convirtieron al cristianismo, así como una evolución inevitable, hacen una manifestación religiosa singular y atractiva, llena de color y seriedad.
La tradición de la Semana Santa en la Tarahumara ha enlistado a un gran número de protagonistas: gobernadores, sacerdotes, fiesteros, capitanes, fariseos, pintos, soldados, tenanches, pascoleros y otros más.
Actos y actitudes han nutrido la tradición. Procesiones y bailes alrededor de las iglesias. Aglomeraciones en los atrios. Comidas y bebidas. Peleas simuladas (el bien contra el mal). Oraciones y cantos. Frases entre latín, el tarahumara y el castellano. Gritos al ritmo de la danza. Fe.
Pedro de Velasco y Rivero escribe: “Hay que entender la religiosidad de esta gente desde la unidad de sus actores y como reflejo de su realidad personal y cultural. Como los indios, las fiestas no son ni “autóctonas” –puesto que no conservan incontaminadas las costumbres precolombianas, ni están realizadas por los antiguos Rarámuri-, ni “cristianas” –fiel copia de las fiestas traídas por los misioneros o de las fiestas actuales prescritas por el ordo romano a todos los católicos”.
Continúa de Velasco: “Hay que entenderlas como la expresión religioso-cultural más importante –central- de ese grupo que se denomina Pagótuame; y entender el proceso de apropiación y reelaboración de las fiestas puede ser una clave para comprender la historia y la realidad actual de los hombres que hacen la fiesta”.

Bibliografía:
Danzar o Morir. Pedro de Velasco Rivero. Ediciones CRT. Segunda edición. 1987.

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