Hacienda de Bustillos, Madero y Villa.




Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez


Francisco I. Madero encontraba en la Hacienda de Bustillos un lugar protector. Alberto Madero, su tío, era administrador de la misma y simpatizaba con los ideales democráticos que dieron vida a la lucha del sobrino..
Francisco Villa y Francisco I. Madero se conocieron en la Hacienda de Bustillos. Eran los días últimos de marzo de 1911 y los golpes de la rebeldía habían conseguido hacer tambalear al gobierno de Porfirio Díaz. Villa veía con admiración a Madero, quien también mostraba respeto por el guerrillero. Y hay quien afirma que la actitud de Madero hacia Villa fue paternalista y perfumada con algo de misticismo, en la cual hubo confesiones, arrepentimientos, palabras de consuelo y hasta de redención.
Villa llegó a la hacienda (a la cual respetó siempre como gratitud a Pedro Zuloaga, heredero de la misma, al salvar éste su vida gestionando el perdón del castigo de muerte en ocasión de una pillada) y se presentó ante Madero con poco más de doscientos hombres, luego lo hizo Pascual Orozco. En esta hacienda nació entonces un ejército con millares de efectivos en torno a la figura de Madero.
La Hacienda de Bustillos fue un punto geográfico fundamental para la estrategia de combate al gobierno porfirista. Antes de la reunión con Villa y Orozco, Madero ya había sostenido juntas con Abraham González y otros líderes antirreeleccionistas.
Dicha hacienda se convirtió en un escenario de singular importancia que vino a enmarcar, prácticamente, la toma de decisiones que hicieron caer finalmente a Díaz.
Por lo anterior, la Hacienda de Bustillos tiene un enorme valor dentro del desarrollo del movimiento armado iniciado en noviembre de 1910. Fue un lugar que cobijo a los revolucionarios y que, al mismo tiempo, permitió las discusiones que incidieron al final sobre las acciones que marcaron un nuevo tiempo para el país.
Hace noventa y ocho años, los patios, pasillos, salas y corrales de la Hacienda de Bustillos constituían la locación para el diálogo entre los caudillos de la revolución. Sobre todo el salón comedor, ubicado al fondo, frente a un jardincito, junto a las habitaciones más íntimas de la casa grande de la hacienda.
Al caminar por hacienda, uno se enfrenta al pasado, y entonces la imaginación trabaja para reconstruir las escenas: acá Madero, allá Villa, se discute la estrategia, se valora la táctica, se planea la acción.
Será oportuna la convocatoria a las autoridades municipales de Cuauhtémoc, así como a las estatales y federales, para programar actividades con el fin de revalorar el peso que la Hacienda de Bustillos tuvo en el proceso revolucionario.
Es de esperar que para el 2011, se conmemore la caída del gobierno de Porfirio Díaz desde la Hacienda de Bustillos. No es mínima la exigencia tanto a autoridades como a ciudadanos en general. Hay que destacar la importancia histórica de esta hacienda enclavada en el municipio de Cuauhtémoc.

La Sección Municipal de Álvaro Obregón

Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez

Se iba el siglo diecinueve y llegaba el veinte. Miguel Calderón Ramírez, avecindado en la Hacienda de El Saucito, entre Rubio y San Andrés, trabajó duro la tierra, experimentando las exigencias del trabajo agrícola para no ser retribuido ni siquiera lo necesario. De ahí su resentimiento, como el de otros muchos, contra los Díaz, los Terrazas, los Zuloaga.
Los terratenientes, dueños de tierras y vidas, alimentaron el espíritu agrarista de comienzos del siglo veinte en estos lugares chihuahuenses. Y así como Anáhuac y Cuauhtémoc, Colonia Álvaro Obregón (Rubio) surge como colonia agrícola el 15 de agosto de 1922, como respuesta al anhelo campesino, justo en el lugar de la Hacienda de Rubio.
Pero es en marzo cuando los habitantes de Colonia Álvaro Obregón, cabecera de la sección municipal cuauhtemense del mismo nombre, han de recordar el nacimiento de dicha sección, ya que fue el veintidós de marzo de 1928 cuando se decretó la formación de dicha sección perteneciente al Municipio de Cuauhtémoc (apenas nacido en julio de 1927).
Recordemos que la solicitud de los habitantes de Rubio para la formación de la sección municipal fue presentada ante el Congreso del Estado desde el treinta de agosto de 1927, es decir, apenas a un mes de creado el municipio de Cuauhtémoc.
Los retos de la sección de Rubio fueron asumidos con integridad por los presidentes que a través de más de ochenta años han trabajado por las comunidades que la integran, incluidos los campos menonitas y otras colonias agrícolas.
Efectivamente, desde el primer presidente de la sección de Álvaro Obregón, Julio Miramontes, hasta el actual, Salvador Ruiz, el esmero por el desarrollo comunitario ha dejado una huella de crecimiento y consolidación.
En Rubio se recuerda que gente como Miguel Calderón fue la que consiguió la formación de las colonias agrícolas en el estado, exigiendo a los gobiernos emergidos de la lucha revolucionaria el cumplimiento de las promesas para los campesinos. La creación de la Colonia Álvaro Obregón por orden directa del presidente de México al que debe su nombre tuvo sus repercusiones políticas, sociales y económicas casi de manera inmediata.
De hecho, se puede afirmar que el municipio de Cuauhtémoc es producto de la Revolución. La sección de Álvaro Obregón es una consecuencia de la lucha revolucionaria, de los empeños agraristas. Aún se respira en dicha colonia el espíritu aguerrido de los campesinos villistas cuya bandera no deja de ondear.
Carlos Argüello, actual presidente del Comité de la Colonia Agrícola Álvaro Obregón, facilita una copia del reglamento, en el cual encontramos los nombres de (socios) fundadores de la colonia, cuya lista transcribimos.
Isauro González, José González, José González (hijo), Elías González, Juan J. Miramontes, Jesús Hernández, Ramón Enríquez, Guadalupe Iglesias, Ramón Iglesias, Mauricio Iglesias, Arturo Acosta (hijo), Rafael Hernández, Jesús J. Martínez, Víctor Quezada, Santiago Miramontes, Cleofas Maldonado, Daniel Maldonado, Pablo Maldonado, Jesús Corral, Luz León V. De Miramontes, Edauto Quezada, Teodoro González, Heleodoro González, Leonides Erives, Jesús Olivas, Francisco Corral, José M. Delgado, Luis Juárez, Teodoseo Gutiérrez, Fernando Erives, Guadalupe Nevares, Jesús Gallegos, Blas Parra, Ernesto Castillo, Patricio Maldonado, Juan Gutiérrez, Jesús J. González, Jesús Rubio, Emilio S. Castillo, Francisco Anchondo, Rafael Madrid, Joaquín Carrera, Basilio Marrufo, Hermenegildo Rodríguez, Jesús Cereceres, Miguel Calderón, Manuel Maldonado, Gildardo Mendoza, Efrén Carrera, Pedro Bonilla, Esperanza Pérez V. De Parra. Melquíades Morales.

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Ataque a Columbus. Objetivo: Samuel Rabel






Por: Marcelino Martínez Sánchez

Tras de ser liquidada la gloriosa División del Norte, después de la cena navideña de 1925 en la Hacienda de Bustillos, la mayoría de los veintisiete generales decidieron correr la suerte de Villa, tomando el rumbo de la sierra por donde sabían que podían sobrevivir a guerrillas.
El dos de enero de 1926, en la Hacienda de Rubio, se disuelve la infantería, sólo constituirían en guerra los de a caballo, que en su gran mayoría eran gente de esta región. También había de Sonora, Durango, Coahuila, Zacatecas y otros estados que seguían leales al Centauro.
Desde aquella tarde el dos de enero y hasta el veintiséis de febrero del mismo año, los villistas en tropa de más de dos mil hombres acampan en la Hacienda de San Jerónimo, propiedad de la familia Almeida. Desde ese lugar, el caudillo intenta atraer a Zapata y a Argumedo, ycree poder escatar el adeudo de armamento que está pendiente de entregar el judío traficante de armas Samuel Rabel, de Columbus, Nuevo México, quien responde desconociendo tratos con el “bandido” de Villa.
La respuesta del judío, aunada al coraje por la masacre de Agua Prieta y el recuerdo que León Cárdenas hace del bombardeo a Veracruz el nueve de marzo de 1847, acrecientan el odio de Villa, acentuado por el reconocimiento de los Estados Unidos al gobierno de Carranza.
Villa hace saber a los generales más cercanos la necesidad de emprender una marcha que los lleve a la frontera solo con “los más hombres”. Alberto Calzadías Barrera dice que irán cuatrocientos tres, Taibo II los hace crecer hasta cerca de quinientos.
Villa es el jefe, pero ordena obedecer a Candelario Cervantes, de Namiquipa, para que se estrene como general dirigiendo el ataque. En último momento se señala como objetivo de éste las propiedades del tracalero Rabel en Columbus.

Bibliografía:
“Villa contra todos” Calzadíaz Barrera, Alberto.
“Pancho Villa. Biografía Narrativa”. Taibo II, Paco Ignacio.