Por: Juan Ramón Camacho Rodríguez
En Cuauhtémoc es bien conocida la historia de los primeros chinos que arribaron al viejo San Antonio de Arenales y decidieron asentarse en este lugar para hacer su vida. Eran inmigrantes que arribaron prácticamente junto con el siglo veinte, para aportar a esta comunidad sus servicios y nutrirla con su cultura.
Y en este tiempo, después de cien años de su arribo, la cultura de estas personas se expresa discretamente, a través de la descendencia de aquellos primeros orientales que le apostaron a un futuro junto a la estación de San Antonio. Y el número de descendientes sí es de consideración, representando una potencia para el desarrollo de esta ciudad y su comarca.
Cuando hay una referencia cultural de Cuauhtémoc, normalmente se mencionan las formas de vida de los menonitas, los tarahumaras y los mestizos. Y en cierto momento, la descendencia china en la localidad ha levantado la voz para hacerse oír, aunque tal voluntad no ha sido muy persistente.
Y aunque al hablar del municipio de “las tres culturas” no incluye esta mención a los chinos, la participación de estos en el crecimiento económico de Cuauhtémoc ha quedado establecida sin ninguna duda en la historia municipal. Incluso en una de las ediciones del Festival de las Tres Culturas, la cultura china tuvo su lugar especial y participaron con entusiasmo los herederos de la misma en este lugar.
Se trata, en pocas palabras, de la Cuarta Cultura en Cuauhtémoc (y no “cuarta” por ser menos importante, sino por lo tanto que se han mencionado las otras tres), la que no fue incluida en el membrete del festival cultural de cada mayo. Es la cultura oriental, cuyos representantes en la localidad han sabido mantener con orgullo y reserva, conscientes del valor que entraña esa forma de vida.
En la historia de Cuauhtémoc han quedado impresos los nombres de aquellos pioneros que cimentaron lo que hoy es una de las ciudades más importantes en el país. Ahí están registrados los nombres de Goo Chi Fong y su esposa Natalia Juy, originarios de Cantón y de Shangai, respectivamente. ¡Cómo el destino se encargó de traer hasta este punto geográfico a estas personas nacidas tan lejos!
También han de ser recordados los nombres de los famosos “chinos pelones”, cuyo negocio comercial fue fundamental para el desarrollo de esta población. Los nombres de estos comerciantes fueron Manuel y José Wong.
En la esquina de la Avenida Benito Juárez y la Calzada Belizario Chávez, frente a las vías del tren–aquí en Cuauhtémoc- prevalece un negocio comercial llamado “La Voz del Pueblo”, el cual fue fundado por la pareja conformada por María Teresa Fong (hija de Fong Go y Natalia Juy) y Andrés Wong. Dicho local es una evocación del significado histórico que ha de tener para los cuauhtemense la comunidad china.
Creo que el mantener presentes a los chinos en la historiografía local es una obligación, pero, sobre todo, es un acto de justicia. No es discutible, en absoluto, el lugar que mujeres y hombres de cultura china tienen en la historia de Cuauhtémoc.
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